Las soluciones para mejorar las desastrosas estadísticas de los proyectos de seguridad no vendrán desde la tecnología sino desde las personas.
Algunas estadísticas que sonrojan a la profesión de «proyectista»:
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La muy deficiente efectividad de desarrollos y ejecución de proyectos va camino de convertirse en una pandemia de costosas consecuencias que afecta de forma transversal a todos los sectores de actividad.
En el sector de seguridad privada y construcción no somos inmunes a esta situación y es donde yo quiero incidir con este post porque es donde desarrollo mi actividad y porque entiendo que tenemos una gran responsabilidad como gestores y desarrolladores de la Protección del Bienestar Sostenible de la sociedad.
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Cambiando el «SER» de los gestores de seguridad
Los proyectos de seguridad ya vienen «tocados» de efectividad puesto que «aguas arriba», desde las gerencias, se ha implantado la estrategia de proyecto eficiente en lugar de proyecto efectivo. Quizás pueda parecer similar pero no es una cuestión baladí porque este concepto de «eficiente» en la práctica del proyecto significa; reducción, insuficiencia y escasez.
¿Alguien se imagina un proyecto de seguridad altamente efectivo con estos mimbres estratégicos?
Si a esta estrategia de enfoque basada en la «cultura de escasez» y de «el que venga detrás que arree», se le suman las urgencias por falta de planificación, carencia de metodología y las actitudes autocomplacientes de las personas que dirigirán el diseño y ejecución, es normal que el 61% sean «proyectos fracasos», que el 45% de las funcionalidades diseñadas en origen nunca se hayan utilizado en explotación y que los costes de mantenimiento recomendado sean inasumibles por las nuevas propiedades.
Para mayor inri, resulta que las deficiencias que generan los conocimientos obsoletos y la actitud de estos gestores de proyectos de seguridad, se tratan de paliar recomendando comprar más sistemas «cacharros» y contratando más controles de projects generalistas «costes + burocracia». El resultado es que el cliente que adquiere el edificio, no solo adquiere ineficiencias, también más entropía (tendencia al caos y desorden), costes ocultos y un entramado importante de informes, actas y manuales que no hay quien lo asuma cuando «todos» se van. La cosa tiene su gracia, si no fuera por lo dramático de la situación.
Es decir;
Se entregan proyectos atiborrados de «cacharros», diseñados para el caos y desorden. Eso si, el edificio es muy bonito -dicen algunos- … y casi nadie recuerda a Louis Henry Sullivan cuando dijo aquello de «La forma sigue a la función».
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Penalidades e ironías aparte, para que las soluciones que necesitamos en seguridad lleguen, es obligado un cambio del «SER» de legisladores, gestores y diseñadores. Un cambio que solo será posible desde la consciencia y mentalidad actitudinal de todas las personas implicadas.
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Nueva categorización de profesionales
Os comparto una nueva clasificación de profesionales que son seleccionados según sus propósitos.
¿Por qué fracasan los proyectos de seguridad?
Lo resumiría en conocimientos obsoletos, falta de método y falta de actitud de las personas.
Algunos de los pecados capitales son por falta de metodología adecuada y carencia de recursos pero otros anidan en las actitudes de los gestores y diseñadores de la seguridad. Todos en su conjunto impiden aumentar la efectividad de las inversiones y la sostenibilidad de los desarrollos técnicos que solicitan los clientes.
Todo lo que diseñamos y como lo diseñamos es reflejo de nuestra vida, de nuestro mundo interior, de quienes somos.
Autocomplaciencia, soberbia, pereza y los conocimientos obsoletos reducen la creatividad, flexibilidad y capacidad de adaptación necesaria para la nueva seguridad. Para la seguridad que las personas necesitamos.
Casi la totalidad de estos problemas están influidos por nuestra zona de confort y nuestros egos.
Por lo tanto, la seguridad que necesitamos no requiere de más acumulación de tecnología sino trabajar para modificar estás actitudes, de las personas que han adquirido compromisos para los que no están, ni preparados ni dispuestos a realizar el esfuerzo.
Para que no todo sean críticas, os propongo una idea de proyectos de alta efectividad.
Por mucho que nos duela decir y escuchar estas cosas, es obligado hacer una reflexión particular ¿Cuál es el propósito de este proyecto? ¿Lo que hago sirve a este propósito? ¿Consideramos las consecuencias de nuestro diseño o de nuestra gestión? y me refiero a las consecuencias para otras personas.
¿Por qué hay conocimientos obsoletos en seguridad?
Porque nuestros egos nos impide reconocer que nuestros conocimientos se han quedado obsoletos (autocomplaciencia).
Porque confundimos formación con capacitación. Confundimos conocimientos en bruto con especialización en una materia concreta. Compramos habilidades (hacer) cuando quizás lo que necesitamos son capacidades (ser).
Porque no existe un efectivo reciclaje en las empresas de seguridad, seguramente porque sus clientes a su vez también aceptan cualquier cosa y además piensan que los tienen cautivos. Porque nos ha invadido la «diplomitis» de cursos rápidos «fast security».
Porque no se aceptan los fallos, ni se aprende de ellos. No se asisten a cursos donde hay exámenes de cierto rigor. Porque los congresos son reuniones para tratar de captar a algún nuevo cliente que asista o para que los de siempre hablen de lo de siempre. Porque hay un exceso de ortodoxos y una alarmante carencia de heterodoxos.
Nueva categorización de soluciones y proyectos de seguridad
Los conocimientos y categorización de los profesionales también tiene vinculaciones en la nueva categorización de las soluciones y proyectos de seguridad.
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Pasa lo que pasa porque los años consecutivos de crisis ha generado que se nos halla olvidado el gusto por la calidad y la grata sensación de sentir las cosas bien hechas.
Saludos Cordiales
J M, Ángel Olleros